domingo, 30 de diciembre de 2012

EL NIÑO QUE PUDO VOLAR

Erase una vez un niño como de siete años de edad que, por incomprensible que parezca la vida le parecía aburrida fuera de la televisión. Si lo dejaban se amanecía viendo Thundercats, Force G, Spiderman o a Súper Ratón y como en su casa no había “Cable TV” tenía que esperar a los sábados de Telecómicas para verlos y reírse diciendo qué hubiese hecho mejor para ganar en las competencias de super nintendo. También jugaba mucho. Jugaba a ser Batman y se ponía una camisa como si fuese una capa; la misma camisa que usaba para dar vueltas en su bicicleta y decir que era Súper Ratón.

El niño fue creciendo y aprendiendo que la homosexualidad y la música “mundana” eran cosas inaceptables, así que sólo le bastó con ver a un niño afeminado cantando “Sopa de Caracol” para predicarle la palabra de Dios. Le dijo: “oye, esa música no le gusta a Papa Dios”, a lo que el niño afeminado le contestó con un “ay, a mi no me importa”. Sólo con eso bastó para llenarse de la ira del Cristo que le enseñaban en la escuelita bíblica, lo miró con desprecio y le dijo: “ah, ¿no te importa?”, seguido por un puño en el abdomen del pobre niño afeminado. Luego le dio la espalda dejándolo sobándose la barriga y se volvió a formar en la fila en la que estaba para salir del salón al patio. Cuando llegó a su casa se lo contó a su hermano mayor con emoción. Lo que no sabía ese niño era que su hermano mayor era homosexual y todavía “nadie en su familia” lo sabía. Así que se buscó la pela del siglo y el estar cuatro horas sentado en un pupitre que había al lado de la cocina de su casa porque su hermano mayor lo delató con su madre.

A pesar de todo era un niño ejemplar. Las maestras siempre lo cogían como ejemplo para cualquier cosa. ¿Calificaciones? De las más altas. ¿Conducta? Perfecta. Nadie creía nada malo de él, así que se burlaba de los demás cuando las maestras no miraban. Le tenían tanta confianza que cuando las “misis” se iban al baño o a hacer algo fuera del salón lo dejaban velando a los estudiantes que hablaran y se portaran mal. El niño apuntaba a cada compañerito que hablara o molestara a otro; a veces los apuntaba sólo por molestarlos y cuando la maestra volvía los borraba a todos. Bueno, a veces dejaba a quienes le cayeran mal para que los jalaran por las patillas. Otras veces sólo decidía dejar alguno que otro, al azar, por eso de sonreír cuando la maestra volviera o decir que hacía su trabajo bien porque, ¡alguien tuvo que haber hablado aunque sea! Era demasiado sospechoso. Igual de sospechoso que sacar perfecto en un examen de la Tabla Periódica. Ese niño hacía trampa en esos porque no quería aprenderse tantas cosas de memoria pero dejaba alguna que otra mal por eso de que no fuese tan obvia su trampa.

Por otro lado, el niño no entendía algunas cosas (como mencioné al principio) y algunas cosas regulares le parecían aburridas. Por ejemplo: ir a la iglesia. ¿A qué niño le parece divertido sentarse a escuchar a un predicador y casi sin entender de qué habla? A los niños lo que les gusta es jugar con muñequitos y pendejaces que los entretengan, no escuchar a un fucking predicador los martes, miércoles, jueves, algunos viernes y los domingos por la mañana y por la noche. Y ni se diga nada de los cultos de oración que hacían algunos lunes, madrugar a las cinco de la mañana para ir a “orar” al altar o desvelarse en una “vigilia” porque a algún tremendo ser humano se le ocurrió que estar desde las seis de la tarde de un día hasta las seis de la mañana del siguiente era algo que agradaba a Dios de una forma bien espectacular. Tampoco se mencionen los ayunos...

Entre las cosas que no entendía había un “tratado” de esos negritos que repartía la Sociedad Bíblica de PR que contaba una historia de una pareja de ancianos que les gustaba hacer obras de caridad, donar dinero a niños pobres, alimentar a los vagabundos, etc. Un día esos ancianos iban en un avión rumbo a alguna de las obras en las que participaban y el avión se estrelló, murieron y fueron al infierno. El niño dudoso de lo que acababa de leer llega al final de la historia donde explican el porqué la pareja de ancianos no fue al cielo y era porque no habían aceptado a Cristo en su corazón. El niño le preguntó a su padre que si eso era cierto y su padre le contestó que sí porque la Biblia dice que no sólo por obras el hombre es salvo sino también por la fe. El niño le dijo: “pero si no eran malos, ni asesinos, era gente buena”, a lo que su padre le dijo lo mismo nuevamente. Quedó sin entender.

De la iglesia dudaba tanto que a veces se quedaba dormido pidiendo perdón a Dios y rogándole que si llegaba mientras dormía que se lo llevara al cielo. Su fe iba creciendo y disminuyendo con el tiempo. Crecía porque entendía la fe. Disminuía al ver que la iglesia era un negocio y una mentira (la iglesia que existe actualmente) pero no podía hacer nada. Estaba atrapado entre la verdad y la mentira; el engaño y el verdadero significado. Se enfurecía. Pero si eso le molestaba más se molestaba cuando su quería ver a su hermano mayor y sus padres le decían: “con él ni de aquí a la farmacia” (eran demasiado originales como para decir el famoso “ni de aquí a la esquina”). Simplemente no entendía el porqué. ¿Por qué su hermano se fue de su casa a tan temprana edad y no lo volvería a ver? ¿Por qué sus padres no querían que lo vieran? Resignado, el niño dibujó su propia cara en un papel como de tamaño 2x2, se lo entregó a su hermano mayor antes de irse y le dijo que ese era él por si acaso quería verlo.

En ocasiones el niño se molestaba tanto con todos y con todo, en especial con Dios porque nunca le respondía ninguna oración ni le hablaba como decían los demás en la iglesia que Dios les hablaba y como decían su madre y su padre que lo escuchaban, que intentaba hacer ritos satánicos y entre una ola de casquetas y potes de shampú el enojo se le calmaba. Aún así, no entendía por qué Dios no le acababa de hablar. Coño, es que si le habla a otros, ¿por qué a él no? ¿Por qué si Dios me quiere decir algo no me lo dice a mi pero sí a fulanito o menganito que es pastor o evangelista? ¿Es que Dios tiene que hacer las cosas en público? ¿Dios no le puede hablar a uno solo? ¿Tiene que ser al frente de muchos extraños y conocidos para hacerte pasar un bochorno? Se asustaba pero también le daba más enojo. Pensaba que era un pecador que no tenía salvación, que había blasfemado contra el espíritu santo y que por eso nunca iba a ser salvo. Se obsesionaba tanto con su salvación y no entendía tantas cosas que a veces pensaba en el suicidio y lo único que lo detenía era pensar que pararía en el infierno.

Un día después de ver a Edward Scissorhands se puso muy triste por Edward. Le pichó pa'l carajo a la tristeza, se puso una camisa en el cuello y se tiró del segundo piso de su litera. Sin haber podido volar decidió meter un tenedor en un enchufe de electricidad. Como quien se mete un pase de perico seguido de un ciclón, pudo volar.

4 comentarios:

  1. Entonces lo mejor que hice fue salirme de la iglesia. Irónicamente, el proceso empezó a menos de 1 año de haberme confirmado. Aún así, ¡qué ganas tengo de irme de la puta tierra! O de al menos dejar de ser humana.

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  2. JD, espero que sí no has podido, algún día puedas volar. Y espero que no sea con un tenedor en un receptáculo. La vida es descepcionante a veces, pero no vivirla no es una opción. ¡Éxito!

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    1. ¡Jajajaja! Es mi forma de decir que viví de nuevo. Morir a esa otra persona yo creo que fue lo mejor que hice. Saludos.

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