martes, 30 de agosto de 2011

SERÉ (Serás)

Seré el día para ti.
Seré la lluvia en tu existir.
Seré todo y seré nada
Porque soy siempre tuyo.

Seré un enigma que vino a esta porquería de mundo; ¡uno sin sentido! Mas seré una hoguera que no apague jamás, y que después de encendida, gritos y llantos, dolor y angustia acogerán por unos instantes el universo; porque soy lo que soy y eres lo que eres.

Serás el día para mi.
Serás la lluvia en mi existir.
Serás todo y serás nada
Porque siempre serás mía.

Soy la nada en medio del silencio; soy el eco de una voz que no se escucha pero seré más que eso. ¡Ya verás que seré más que eso!… No volverás a ver nada igual; ya no seremos quienes somos, sino algo mucho más grande. Algo casi poético (seremos). Implosionaremos el mundo.

Seré un sueño que no acaba,
Una pesadilla sin un fin.
Serás la estrella que iluminarás,
Serás lo que yo nunca fui.

sábado, 13 de agosto de 2011

LA ROSA DE LOS CUATRO VIENTOS

Sale de madrugada; como si fuese día.
Revuelo de media noche.
El viento en su cabello (dulce pesadilla),
Las espinas sobre su piel;
Ella... toda ella: enigma sin descifrar.

Camina sobre sus tallos en la oscuridad
Queriendo obtener algo imposible.
Camina, sin más que buscar,
Sólo miradas furtivas y deseos...
Deseosa de placer en sus entrañas.

Los recuerdos la atormentan;
Los susurros al oído... a cada paso.
Los besos en esa vieja plaza con su amor,
Con el sol de testigo... con viejos locos ahí.
Y el viento acariciando a cada cual.

Sólo huyeron del sol y bajo una sombra,
Una sombra de alivio (perpetua habitación).
Los árboles eran su refugio,
El viento su aliado; mil ojos sobre ellos
Mas no los adecuados.

Y llegó la tarde llena de nostalgia;
Llegó y nunca se fue de su mirada.
Con el sol palpitando a cien grados
Mas a ella nunca la miraba.
La luna eterna; por siempre sombreada.

Y así fue que La Rosa, eterna enamorada, sopló a los cuatro vientos....
Así, una y otra vez, se hizo una con el aire.
Así, también cegó a su amado;
Quien lleno de dolor, angustias y nostalgia,
Una y otra vez le llamaba.
Durante largos días le llamó
Sin saber que ella en la noche vivía;
Sin saber cuánto su corazón latía.

Enterrando sus tallos en la arena, a la orilla del mar,
Con el viento de su lado revolcándo su cabello;
Con el agua a sus pies, y todo un mundo,
Germinó y no paró de crecer.