viernes, 2 de octubre de 2009

LAS ESTRELLAS SON MORTALES

"La vida no es mas que una sorpresa… Una propuesta de ese Dios que alguna vez estuvo y nos ha dejado solos en este mundo."

Un suicidio inesperado surgió, cuando una persona se cansó de su vida. Lo tenía todo: casa, fama, dinero, esposa, hijo; en fin, todo lo que podría esperar alguien de una buena vida el lo tenia. La persona que escribió ese pensamiento, dejándose llevar porque no había nadie en el mundo que valiera la pena, decidió darle fin a su vida. Fue al mar, entro en el poco a poco, mientras las olas iban consumiendo su piel por la sal del agua; seguía caminando. Dos o tres lágrimas surgieron de sus ojos. Esas lágrimas que hicieron del mar algo aun más salado; le dieron a su hijo un poco menos que desesperanza. Todo el panorama se podía ver desde el cielo. Dios, con sus grandes ojos, que todo lo ve, lo vió y ni siquiera El pudo ayudarle. Ya era muy tarde para poder arrepentirse, muy tarde para volver nadando hacia la orilla y comenzar desde ahí de nuevo. Era demasiado tarde…

Tomé unas pastillas para mi dolor de cabeza. Sentía una presión desesperante; congestión en mi nariz, en el medio de las cejas; una presión en mi garganta que no sabía qué era. Sentía que mi mundo se iba, pero no era así. La gente pasaba y me daban las condolencias. Pasaban por mi lado, me miraban con cara de pena. Ahora me doy cuenta de lo que sienten las personas cuando pierden a sus seres queridos. Antes, solo iba al funeral, me presentaba, los miraba pero ni siquiera unas condolencias ni un saludo hipócrita les daba. Nunca he sido de esas personas que lloran por todo, que todo el tiempo quieren morirse y que se pasan la vida quejándose de la situación en que están. Ahora entiendo por que las personas lloran en un funeral. Pero yo, decidido a seguir con mi vida, decidido a tratar de seguir adelante, salí de mi depresión. Me fui de viaje a ver que pasaba.

Fui a ese mismo lugar, en donde el mar se trago una vida; donde una vida como último intento de aceptación por este mundo, decidió preguntarle al mar si podía ser parte de él. Luego que el mar le dió una bienvenida, cuando ya no le sirvió de nada lo devolvió a la orilla, dejándolo en la arena caliente, como queriendo sacar toda la basura que lo contamina, así como hace con las algas. Después de haber tenido amor en mi vida, después de haber tenido todo, estoy aquí, como mi querido progenitor. Después de todo tenia razón al decir que “la vida no es mas que una sorpresa”. Sorprendido me quedé cuando oí de su noticia. Sorprendido estoy de estar aquí, sentado en la arena, viendo ese mar que rechazo el amor de una vida. Mirando el cielo, las estrellas y todo lo que hay en él, a ver si encuentro rastro de esos ojos que todo lo ven, que todo lo pueden y que todo lo saben. He buscado pero no encuentro más que estrellas, que, ¿quién sabe si todavía existen? Ya ni en las estrellas se puede creer. ¿No era más fácil dejarte amar por la caricia de una bala? Ella no te rechazaría, se quedaría ahí, y no saldría por su propia voluntad.

El viento golpea mis ojos haciéndolos enrojecer. Creí haber perdido mi fe, hasta que una estrella llego a mí, vestida de ángel; vestida de la mujer mas hermosa que jamás haya podido encontrar. Era blanca, como la nieve. Me amó, y dejo que yo la amara. Estuvimos toda la noche juntos, amándonos, riéndonos de nuestros propios gestos y chistes; caminando por la orilla del mar como dos amantes enamorados, mientras recordaba la canción de “Amantes Hasta el Fin”, una de mis canciones favoritas en todo este maldito mundo. Así se debía sentir él antes de llegar a su fin; una sensación de adrenalina, euforia y emociones que trataba de compartir. Creí haber podido sentir su presencia, pero me entretuve mientras tanto con mi nueva obsesión, mi nuevo amor, que ahora era la persona más importante en mi vida. Ese sentimiento de conocerla, de querer saber todo de ella, de que había un mundo entero por viajar juntos, y mucho mas tiempo aún para conocernos. Me hizo olvidar mis penas, frustraciones, desamores, complejos, en fin, todo. Solo éramos nosotros dos. Sin darnos cuenta casi llegaba el alba. Nos recostamos sobre la arena y cerramos los ojos. Los capilares de mi nariz se rompieron… La sangre recorría toda mi cara. Solo quería ver esos ojos en el cielo. Con mi último suspiro, lo único que pude ver era como una estrella se apagaba.

5 comentarios:

  1. bien profundo el post.

    que viaje que todo sea una constante...tu que le metes a los numeros...verdad?

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  2. si a los numeros! jejeje pero no pa' tanto...

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  3. Yo también tuve una mujer que me ahorró futuras penas. Me sacó del hoyo como quien dice. De gente así bien "close" a mi q hayan muerto, pues solamente una persona. Un gran amigo muerto por una bala. No tuve ni el valor suficiente para ir al funeral. Me arrepiento.

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  4. jpor siacaso, la historia es fruto de mi imaginación, aunque los sentimientos son reales. me inspire en una película que vi que se llama Mancora. película latina. a ver quien puede captar que realmente es el final jejejeje...

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