viernes, 13 de noviembre de 2009

LA CARIDAD

- ¡Corre que por ahí viene el Tin Tin! ¡Dale corre que se va rápido! -

Decía yo a mis primos mientras corríamos por las callecitas pequeñas entre todas las casas de la Barriada La Caridad, la que estaba al lado de la Urb. Villa España en Bayamón. Allí donde una vez vi a un tipo persiguiendo a otro con una 22 por el medio de la calle y disparándole; donde todos tenían miedo de ir a la casa de la santera que tenia un altar al lao’ de la cocina; y Ché, el tipo misterioso alto que se parecía al cantante de Pimpinela, guardaba sus armas pa' después sacarlas y limpiarlas cada sábado en la tarde. Que recuerdos me ha sacado Don Procopio con un poema ahí, que es pura melcocha mental, pero algo en mi sistema entiende todo lo que quiso decir.

Yo y mi hermano nos volvíamos locos por que llegara el sábado. Era el día de ir a la Barriada La Caridad. ¿Qué había allí? ¡Pues fácil! Toda mi familia estaba allí. Si hubiese sido por mi, en ese entonces, me mudaba pa’ allá también. Todos los primos nos juntábamos todo el día. Yo llegaba a eso de las 9:00 a.m. o 10:00 a.m. todos los sábados allá, porque mi padre siempre ha trabajado en el viejo San Juan, y en mi casa había solo un carro. Así que los sábados, como era día de visitar a la familia, mi padre me dejaba a mi, a mi madre y mis hermanos en el Pueblo de Bayamón. Allí estábamos un rato caminando y, como mi madre decía, “viendo tiendas”. Mi parte favorita del canton mall era el Food Court, por eso de que siempre mi comida favorita eran los desayunos y a esa hora la Cafetería El Coquí estaba abierta y hacían un buen revoltillo, pero muchas veces me quedaba con el hambre porque no había dinero para comprar desayuno allí. Además al frente del Food Court había un Pet Shop donde siempre me gustaba entrar. Cuando ya eran como las 8:30 o 9:00 a.m. nos íbamos en dirección del terminal de guaguas publicas para irnos a la casa de mi abuela en La Caridad.

Llegaba allí con hambre, y rápido íbamos a la cafetería que un tío mío tenía allí. Las sillas rotas, el lugar mal pintado y las mesas no más higiénicas del mundo que digamos, pero la comida era gratis (para mi). Desayunaba allí y después nos íbamos a la casa de mi abuela. Una vez estaba allí veía televisión un ratito, hasta que no podía aguantar mas las ganas de jugar e iba a despertar a un primo mío a su casa. Le tocaba la ventana pa’ que acabara e’ levantarse el cabrón vago ese. A veces se levantaba rápido y otras veces tenía que joderlo por un ratito.

Nos poníamos a jugar super nintendo, o jugábamos a las gárgolas o nos íbamos a jugar el juego familiar: “LA COCINITA”. Corríamos bici, jugábamos basket y to’ el mundo terminaba el día bien jodío, super explotao’s. A veces hasta con cantazos, heridas abiertas, y alguna que otra pelea. Me acuerdo que una vez uno de mis primos me rompió un palo en la espalda y yo no me di cuenta hasta que otro primo mío me lo dijo. Yo no sentí nada. Otro día una prima me dio con la parte de atrás un martillo (sin querer, porque el martillo no iba pa’ mi, era pa’ mi hermano), y me hizo un claje’ chichón que la mitad era mucho. Yo no sentí absolutamente nada, aunque después me dio un sueño cabrón y después de un rato me dolía.

Uno de mis primos fue el que me enseñó a tocar guitarra, por el módico precio de que yo lo recortara. Ese era uno de los mayores, junto con mi hermano que tenían más o menos la misma edad. A nosotros nos gustaba jodernos mutuamente, por eso siempre paliábamos y después estábamos janguiando de nuevo. Una vez ese primo mío me dice:

- ¡Estoy bien enfogonao! -
- Pero, ¿por qué, loco? -
- ¡Ah! Yo fui ayer al cuartel de policía ahí del pueblo pa’ hacer una querella. Cuando le digo mi nombre el guardia me pregunta: “por casualidad, ¿tu eres familiar de Fulanito (digo Fulanito para no decir nombres reales; el Fulanito al que me refiero era otro familiar mío que era el “bichote” de allí)?”. Yo le dije que si, ¡y el desgraciao’ guardia ese me dijo que fuera a donde el y que se lo dijera, que pa’ que yo iba a hacer una querella! -

A pesar de todo esto nosotros éramos una familia bien unida para ese entonces. Hacían unas fiestas bien cabronas. La montábamos donde quiera que estuviésemos. Allí bebí por primera vez, fumé (me acuerdo que fumábamos papel con pasto o hojas de amapolas [eso se supone que era un secreto] ), y hicimos muchas cosas juntos. Éramos una familia tan unida que hasta de incesto se hablaba (¡eje! !cuidao’!).

Después de unos años la familia se fue desintegrando. El factor mas grande de todos fue porque ese lugar donde vivían era una “invasión”, y por lo tanto el gobierno procedió a expropiarlos. Además de que esa petición venia desde hace años de parte de la gente que vive en la Urbanización Villa España, porque esa barriada les afeaba eso allí. Hicieron una urbanización y les ofrecieron casas allí; algunos en vez de coger esas casas compraron en otros lugares, porque les dieron la opción de darle una casa o darle el dinero para que compraran una. Unos se mudaron a la urbanización nueva, pero la gran parte de la familia se fueron a vivir a otros lugares. De fiestas cabronas que hacíamos, pasó a no hacerse nada. Yo seguía visitando a la familia los sábados, junto con mi madre, pero poco a poco fui dejando de visitarlos. Nadie me visitaba a mí. Todavía siguen sin visitarme. Años han pasado, y la familia no es ni una pizca de lo que era.

2 comentarios:

  1. que cosa loco, a medida que pasa el tiempo el humano sigue individualizando su estilo de vida, asi ha pasado en muchos lugares

    yo iba mucho a casa de mi abuela en university gardens de rp y era asi, un corillo de chamaquitos y a cada casa que ibamos era como la nuestra, confianza chevere

    sabía que te iba a quedar chevere. sigue así!!

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  2. Mano si, a medida que fue pasando el tiempo todos se fueron alejando; cada cual por su lao'.

    Gracias por leer!

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